1500 Km de huellas por la cordillera de Los Andes
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Catamarca y Salta - Argentina

Etapa 2 - Día 2
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El proyecto Diciembre 2.007 - Etapa 2, último tramo.


Por la mañana desarmamos campamento y desayunamos en Mina Casualidad.

Nos hacemos un tiempo para recorrer y mostrarle a los que no la conocen lo magnífico que fue aquel pueblo de 1300 habitantes enclavado en la cordillera a 4000 metros de altura.

El fuerte sol de diciembre dista mucho de aquel ténue de agosto que nos entibiaba en nuestra primer visita diez años atrás.

Allá siguen, cada vez más saqueados, el casino, las casitas, la iglesia, la sala de radio, el laboratorio, la sala de generadores y el ya inexistente cablecarril de 15 kilómetros que descendía el mineral desde Mina Julia.

Entre una cosa y otra era casi el mediodía cuando partimos rumbo al límite con Chile. Antes ingresaríamos a cráter del Cerro Médano.

Es un cerro de arena de dos colores bien definidos que tiene la forma exacta de un volcán. Con cráter de unos cinco kilómetros de diámetro y un domo central de casi 5000 metros de altura.

El material en su interior no parece magmático ni las arenas parecen cenizas. Sin embargo su forma y unas coladas de lava que aparecen a unos cinco kilómetros, a sus pies hundiéndose en el Salar del Río Grande, nos hablan de su naturaleza volcánica.

Ingresamos al interior de su cráter y comenzamos a recorrerlo rodeando el domo central desde el sudeste al norte y luego al sudoeste.

Allí les explico a los muchachos que semejante travesía unido a su historial los ha convertido en verdaderos travesistas en 4x4, pero el doctorado lo obtendrá quien sea capaz de salir de allí por el extremo sudoeste del cráter, luego de haber recorrido una "U" invertida en su interior.

La incógnita dura hasta que llegamos al borde del enorme pozo. En realidad no se llega abruptamente. Lo que pasa es que el suelo de guijarros y arena comienza a aumentar su pendiente descendente de manera suave pero inexorable, hasta que uno tiene la certera sensación que si sigue avanzando no podrá remontar. Las ruedas se hunden en la superficie y los vehículos de deslizan levemente de costado, mostrando la poca consistencia del terreno.

Es un pozo, con forma de embudo de unos, 800 metros de diámetro y 300 de profundidad.

Demás está decir que nadie se presentó al exámen de doctorado ...


 


Foto: Carlos Lucchini
Por la mañana dos jóvenes hembras de vicuña pasean por la abandonada ciudadela.

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Foto: Eduardo Cinicola
Al pie de las barracas donde dormimos.


Foto: Carlos Lucchini
Salimos a recorrer y nos sorprendemos; la depredación es total.
Nada han dejado de los techos de zinc de sala de generadores, laboratorio y sala de radio.


Foto: Sergio Pugliotti
Las mangas cortas y el intenso sol de diciembre


Foto: Francisco Saputo
Tienen poco que ver con la nieve y el abrigo necesario para el crudo invierno de aquella primera vez.
(Agosto de 1.997)
También desaparecieron postes, cableado, faroles, tensores...


Foto: Carlos Lucchini
El anclaje final del cable de 2,5 pulgadas...


Foto: Carlos Lucchini
Es todo lo que queda del cablecarril de 15 Km que bajaba de Mina Julia.
El "viento" se llevó torres y 30 kilómetros de cable de acero...


Foto: Alejandro Danzi
Coloridas montañas camino al Vn Co Médano.


Foto: Carlos Lucchini
Bajamos hasta el nivel del Salar de Río Grande.


Foto: Carlos Lucchini
Y luego encaramos por un campo de arena negra (ceniza volcánica) hacia el Volcán Cerro Médano.


Foto: Carlos Lucchini
Ya estamos en el interior del cráter.
El labio a la derecha, el domo central a la izquierda.
Vamos hacia la atemorizante salida por el Sudoeste.


Foto: Alejandro Danzi
El título de Máster o Dr en 4x4 quedó vacante...


Salimos de allí entonces por una "salida secreta" y volvimos a buscar la huella internacional que nos llevaría al Paso del Azufre, donde se encuentra el Hito XVI-6 del límite con Chile.

Pasado el hito el camino mejora (para Chile es ruta internacional). En realidad no mejora. Se hace mucho más ancho pero con muchísimos pozos y tierra suelta.

La bajada hacía que aumentásemos la velocidad sin proponérnoslo, los pozos hacían que anduviésemos a los cabezasos dentro de la chata. Finalmente me decidí y salí del camino, por afuera se circulaba mucho mejor, pero...

¡ Nos habíamos olvidado de los campos minados !

Un cartel escrito en varios idiomas nos lo recuerda cuando llegamos finalmente a la depresión de la Laguna del Azufre.

Es más que obvio que en lugares como esos donde se sabe que hay minas terrestres antitanque y antipersonales, no es saludable abandonar las huellas.

Al final, tanto pensar en los campos minados que nos esperarían en Chile y en el peor momento, lo olvidamos.

Esas minas fueron puestas por los chilenos durante el conflicto con Argentina por la posesión de las australes islas Lenox, Picton y Nueva, que casi desemboca en conflicto armado.

Su temor de recibir una invasión argentina por esos desolados parajes hizo que, atropelladamente minaran la zona sin hacer o conservar los planos de todo lo minado (información supersecreta durante un conflicto), parece que los que guardaban el secreto lo olvidaron o perdieron o, por conveniencia les conviene decir que no saben exactamente donde están las minas, para que nadie se les meta por el patio de atrás.

El asunto es que pasamos por un "Campo Minado" según rezan los carteles.

Si las minas están o es una propaganda disuasiva, no lo sé, pero mejor no seguir probando.
En otros lados de esta frontera si sabemos que existen y han volado piernas de pastores, transeúntes y más de un vehículo.

El camino bordea la Laguna del Azufre e inmediatamente comienza a subir nuevamente para salir de su depresión.

Comenzamos a ver los numerosos ojos de azufre hirviente que desprenden fumarolas en la ladera de ese volcán que oficia de límite entre Argentina y Chile (a su vez en Argentina marca el hito por donde pasa la línea demarcatoria entre las provincias de Catamarca y Salta).

Poco más adelante teníamos marcado en el GPS dos probables huellas que ascendían por la ladera del volcán hasta las fumarolas (ya la hemos incorporado a ViajerosMapas).

Realmente las huellas estaban apenas marcadas en esa superficie tan caótica de piedras de todo tamaño. Se cruzaban y entrecruzaban con muchas otras y hubiera sido fácil perderse o tomar alguna que nos llevara a una hondonada o cañadón sin salida.

Más de una vez tuvimos que parar para afinar la puntería.

Finalmente comenzamos a subir la pendiente bien marcada de la ladera. El espacio era el justo para el paso de una camioneta. Ascendía vertiginosamente sin lugar para retomar, lo que, mirando hacia atrás las tres chatas de nuestros compañeros que nos seguían, me creaba cierta preocupación. ¿Cómo haremos para regresar... ?

Pasados los 5000 metros de altura la huella se arrima a una de las fumarolas que expelía una densa columna de humo blanco que el fuerte viento de montaña arrastraba casi a ras del piso.

Allí nos detenemos a tomar fotos.

El espectáculo es dantesco, parecía que nos halláramos en el averno.

Bajan todos de las chatas a conocer, disfrutar de ese extraño e infrecuente paisaje.

Allá abajo, la Laguna de la Azufrera con aguas amarillentas. Atrás el vigía de sus feudos, el imponente Llullaillaco, posa también para la foto.

En determinado momento un remolino de viento hace que el humo se acerque peligrosamente a nuestra posición. Las pocas partículas que llegaron a nuestras narices provocaron la inmediata irritación.

Nos encerramos en las camionetas y comienza en nosotros, que por estar primeros nos hallábamos a tan solo 10 metros de la fumarola, cierta "desesperación" por salir de allí.

Para adelante era imposible, el viento hacía que la columna de humo cruzase por el único lugar por el que se podía avanzar. Única alternativa, hacia atrás. Pero, como les dije, no había lugar para el retome. En esa huella de cornisa solo cabía el ancho de las chatas.

No fue fácil ni rápido descender casi 800 metros marcha atrás en esa angosta y empinada huella hasta hallar un lugar donde, no sin dificultades pudimos retomar uno a uno.

Allí se dio aquello de que los últimos serán los primeros... y los primeros los últimos. Quedamos a la cola.

En ese regreso Jorge que iba primero sugiere tomar otra huella que parece que acortaría camino hacia la "carretera internacional" y allá se mete con el Tano Baldi.

Nosotros los seguimos a Alejandro que parece encontró otra huella con menos piedras y pozos.

Al rato nos damos cuenta que estamos apuntando ya en la dirección equivocada, hacia el Pacífico, cuando debemos ir hacia la frontera con nuestro pais.

Una corrección violenta y a campo traviesa continuamos ahora en la dirección correcta.

Cuando llegamos a la carretera una sorpresa nos espera...


 


Foto: Eduardo Cinícola
Unos cuantos kilómetros después de salir del cráter de Co Médano ya tenemos a la vista al Lastarria y sus fumarolas.


Foto: Alejandro Danzi
Muchas huellas de prospección minera confunden el camino.


Foto: Carlos Lucchini
La huella zigzagueante nos llevó hasta el Hito XVI-6 del límite entra Argentina y Chile.
Paso el Azufre


Foto: Carlos Lucchini
Comienza la ruta internacional chilena.


Foto: Carlos Lucchini
Que nos llevará a la depresión de la Laguna de la Azufrera.


Foto: Carlos Lucchini
La ruta perfectamente señalizada en lo vertical.
Detrás la laguna...


Foto: Horacio Baldi
Allí carteles en todos los idiomas nos advierten del peligro...


Foto: Horacio Baldi
Bueno, hay que animarse, hagamos punta.


Foto: Jorge Alonso
La huella por momentos está bien marcada, pero se cruza y entrecruza con muchas más
que no conducen a ninguna parte.


Foto: Eduardo Cinicola
Detrás del río de lava solidificado, el azufre en ebullición.


Foto: Alejandro Danzi
Cada vez más cerca...


Foto: Jorge Alonso
A más de 5000 metros de altura, nos detenemos al lado de una fumarola
El humo, en mínima presencia, irritaba el aparato respiratorio.
Pienso que aspirar una bocanada llena podría haberlo paralizado.


Foto: Eduardo Cinicola
La fumarola, la Laguna de la Azufrera y el Volcán Llullaillaco, insignia de la zona.


Foto: Carlos Lucchini
Los vapores cargados con gases sulfurosos son violentamente arrastrados por el fuerte viento.


Foto: Carlos Lucchini
Durante el descenso nos separamos buscando una nueva huella.


Foto: Eduardo Cinicola
Al llegar a la carretera nos estaban esperando con una sonrrisa burlola...
Déjenlos, ellos creen que son exploradores porque lograron volver sobre sus pasos...
Nosotros... nosotros, siempre abriendo nuevas huellas, aunque sean más largas


Foto: Martín Grivarello
Finalmente foto grupal festejando haber salido de allí con vida
Faltó Martín que esta detrás de cámara sacando la foto.


Comenzaba ahora el regreso.

Estábamos en otro país y a más de 2000 Km de casa, muchos de ellos los deberíamos recorrer por la montaña.

Los primeros 250, esa misma tarde/noche hasta AdlS., pasando por los Salares de Río Grande, Archibarca y Antofalla. La Vega Colorada y el Ojo del Calalaste.


 


Foto: Eduardo Cinicola
Camino a la frontera


Foto: Eduardo Cinicola
De vuelta en casa


Foto: Eduardo Cinicola
Paisaje de película de cow-boys...


Foto: Eduardo Cinicola
Con las últimas luces del día llegamos al Salar de Archibarca.
Previamente la gran cantidad de tierra suelta nos hizo transpirar la camiseta en el Salar de Río Grande.


Calculé que íbamos a llegar a medianoche y así fue, trepando y bajando cuestas en la oscuridad y con la chata de Alejandro malherida.

A tan solo 20 Km de AdlS, se le trabó la caja de cambios y solo podía circular en tercera velocidad.

Al día siguiente, fueron vanos nuestros esfuerzos mecánicos para destrabar esa caja de velocidades y el Tano Baldi tuvo oportunidad de descontar el oprobioso score de "dos a cero" que había marcado Alejandro.

Lo hizo de la siguiente manera...
 


El "descuento" de "El Tano"
(Doble click en la imágen para pantalla completa)

Video: Eduardo CINICOLA


F I N

           
EDUARDO CINICOLA
Diciembre de 2007            

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