Culampajá
Una mina abandonada
Una exigente huella 4x4
Un yacimiento arqueológico
Catamarca - Argentina

República ARGENTINA - Provincia de Catamarca.
Puerta del Corral Quemado
FOTO: Eduardo Cinicola
MUSICA de FONDO:


Cada vez que pasábamos por Puerta del Corral Quemado, rumbo a Antofagasta de la Sierra, me picaba la curiosidad por saber qué habría más alla, pero siempre la premura por llegar a la tierra de volcanes a alguna expedición ambiciosa y con poco tiempo, hacía que giráramos raudamente por la RP43 al norte y me quedaba con la incógnita.

Esta vez andábamos más relajados. Nuestra planeada expedición arqueológica por Antofagasta en la que nos habíamos embarcado Aldo, Lucho y yo, era a agenda abierta (excepción hecha de que debíamos volver a BsAs el lunes de la semana siguiente), eso nos dejaba igualmente unos siete días en la zona.

Fue por eso que al pasar esta enésima vez por Puerta del Corral Quemado, le propongo a Aldo desviarnos por un rato de nuestro recorrido para curiosear qué había más allá.

Ni Aldo ni Lucho habían "entrado" nunca por allí por los mismos motivos que mencionara anteriormente, así que aceptaron sin dudar la indecorosa propuesta.

Puerta del Corral Quemado es una pequeña localidad que como su nombre lo indica, se halla en la puerta del camino que conduce a otra localidad mas antigua que se llama justamente Corral Quemado.

Bueno, ya que estábamos y ya que el caminito serpenteante entre cerros era muy pintoresco, coincidimos en continuar hasta Corral Quemado.
Arribamos cerca de las dos de la tarde muertos de hambre.

El almuerzo en la Hostería Municipal nos dió oportunidad de averiguar que, desde allí en adelante, esa huella que se dirigía al norte, se bifurcaba en una que conducía al noreste a Papachacra y otra al noroeste a Culampajá.

¿A dónde??

A Culampajá. Culampajá es una antigua y abandonada mina de oro posiblemente de época prehispánica. Y debe haber mucho oro en estos cerros porque hace cosa de dos años estuvieron de una minera chilena recorriendo con dos helicópteros durante varios días, relevando todo. Nos dice la muchacha encargada del restaurante de la hostería, devenida en excelente evacuadora de dudas y curiosidad sin límite de nuestra parte.

Así nos enteramos que en Culampajá hay una pequeña localidad de casas desparramadas, una escuela y una senda que sigue hasta las bocaminas de la antigua explotación, donde hay otra escuela y unos pocos pobladores.

- Che, Aldo ¿Y si vamos hasta la Mina?

- ¿Cómo?. Lucho, ¿vos que pensás?

Lucho no lo pensó y ya estaba subido a la chata mirando a Culampajá.
 


Foto: Eduardo Cinicola
Siempre tuvimos la incógnita acerca del origen de la arena que cuelga de los cerros a mano
izquierda, cuando uno sube a Laguna Blanca, camino a AdlS.

Por fin caimos en la cuenta que, justamente detrás de esa cadena de montañas, hacia el Oeste, se encuentran
Medanitos y los Médanos de Tatón, en el arenosos valle de Fiambalá, donde se encuentra también
el médano de arena más alto del mundo según nos lo dijese Federico Kirbus.
Bueno, la arena que vemos es la que empuja el viento del oeste, por sobre las cumbres


Foto: Eduardo Cinicola


Esa tarde nos perdimos
No encontramos la huella y anduvimos rodando por lechos de rios secos y húmedos.
Acabamos conociendo Papachacra y regresando a la Hostería Municipal de Corral Quemado a las nueve de la noche a cenar y ...
a dormir.

Al otro día todos nos levantamos con la frustración por no haber podido hallar y conocer la, hasta el día anterior, absolutamente ignorada mina de Culampajá.

Mientras desayunábamos nos mirábamos las caras en silencio, sondeando sentimientos, hasta que alguien al final lo dijo.

- ¡Qué macana irnos de acá sin haber podido conocer la mina!

- ...

- ...

- ¿Y si nos hacemos una disparadita antes de salir para Antofagasta?

- Y, si, la verdad que podríamos ir, total dicen que en una hora y cuarto podemos estar allá. Sacamos unas fotos y nos volvemos a los piques.

- Vamos, vamos, metámosle pata !!
 


Foto: Eduardo Cinicola
Ya mejor orientados y con precisas indicaciones no nos resultó difícil esa mañana hallar la huella correcta.
De entrada "pintaba linda", una pronunciada pendiente nos catapultaba al cielo.


Foto: Eduardo Cinicola
Era muy angosta...


Foto: Eduardo Cinicola
Y precaria, pero muy pintoresca...


Foto: Eduardo Cinicola
Ascendía abruptamente y en poco tiempo dejamos los grandes médanos por debajo nuestro.


Foto: Eduardo Cinicola
Adelante podíamos divisar su zigzagueante trazado.


Foto: Eduardo Cinicola
En un momento llega al filo de la sierra y comienza a circular por allí, con valles a ambos lados.


Foto: Eduardo Cinicola
Nos da la impresión de estar volando en avioneta.


Foto: Eduardo Cinicola
Más adelante una hornacina...


Foto: Eduardo Cinicola
Encierra la imágen de una virgen de tez trigueña, venerada por los viajeros que usan esa traza.
Es la Virgen del Valle de Catamarca


Foto: Eduardo Cinicola
El pintoresco camino sigue circulando por el filo de la montaña.


Foto: Eduardo Cinicola
Una fuerte y escabrosa pendiente de tracción en las cuatro ruedas...


Foto: Eduardo Cinicola

Nos lleva mucho más alto.
Desde allá divisamos parte del camino que acabamos de recorrer.


Foto: Eduardo Cinicola
Hemos ascendido en este último trecho unos 90 metros hacia arriba en solo 200 metros hacia adelante.


Foto: Eduardo Cinicola
Con teleobjetivo podemos divisar a la distancia, parte del camino
y el pueblito de Corral Quemado desde habíamos partido.


Foto: Eduardo Cinicola
La máquina vial pasada en 2005, había mejorado un poco la transitabilidad de esa huella.


Foto: Eduardo Cinicola
Abajo, en aquel profundo precipicio, pudimos divisar...


Foto: Eduardo Cinicola
Los restos de un camión de Gendarmería Nacional que se accidentara una neblinosa y barrosa mañana.
Los niños de la escuela que viajaban en la caja pudieron salvarse gracias a que saltaron de ella cuando
comenzó a desbarrancarse luego de una curva en bajada en la que las ruedas directrices no obedecieron
a la maniobra. Solo hubo que lamentar la muerte del suboficial conductor.


Foto: Eduardo Cinicola
El camino continúa ahora, bajando y subiendo en un nivel cercano a los 3.000msnm.


Foto: Eduardo Cinicola
Hasta que comenzamos a ver las primeras casas de Culampajá...


Foto: Eduardo Cinicola
Más cerca vemos unos corrales, una diminuta capilla y la primer casa.

         
Zamba de los Mineros de Culampajá
Jorge Cafrune (G Leguizamón / Dávalos)
(Si no aparece el reproductor, "click" en los parlantes)


Foto: Eduardo Cinicola
Antes de llegar debemos pasar aún por un extenso pedregal.


ALLÍ DESCUBRIREMOS UN DESCONOCIDO YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO

  El relato y las fotos siguen acá...                        


La Huella

Ese camino recorrido y su continuación hasta la mina, así como su variante que pasa por el poblado, es una muy interesante huella para conducción en 4x4. Entretenida pero no peligrosa, esto es, exigente pero no para romper el vehículo.

Apta para hacer con la familia. Un poco más complicada que el camino del telégrafo en Mendoza y similar a la subida a la Mina Mexicana en La Rioja.
 

  El relato y las fotos siguen acá...                        

           
EDUARDO CINICOLA
Mayo de 2007